"Danzar desde el presente absoluto..., quizás, desde el presente más absoluto."
Presencia/presente, intensidad, sentimiento, recogimiento, entrega. Es lo que me llega al observar el rostro de estas dos personas mientras comparten ese momento de presente absoluto.
"¿Quiénes serán?, ¿qué están bailando?, ¿qué están sintiendo?"
La curiosidad se dispara al ser testigo, a través de la ventana indiscreta de la cámara fotográfica, de un momento de tanta intensidad. Si respiramos y nos dejamos contagiar por la serenidad, el disfrute, la intensidad respetuosa y amorosa que transmite sus rostros, la respuesta a todas esas preguntas deja de tener importancia.
Esa es la magia. La magia de hacer presente lo verdaderamente importante del instante.
Esta preciosa foto la he tomado prestada de este interesante artículo encontrado en la red, que por supuesto os invito a leer: "El envejecimiento se combate bailando" .
Llegada a este punto podría dedicarme a hacer toda una relación de experiencias y estudios que demuestran los beneficios que aporta la danza en la última etapa del ciclo vital. No voy a hacerlo. Soy más de contar historias desde la anécdota llena de emoción, desde la experiencia personal, desde la parte más humana, y posiblemente menos científica, pero no por eso menos relevante.
Desde la última vez que escribí en este blog, hace ya casi año y medio, he "viajado" por una experiencia impresionante. Ya sabéis..., a veces ocurre que sin saber muy bien cómo, un paso lleva a otro, una decisión te invita a otra, y de repente te encuentras en un lugar inesperado y sorprendente por el que jamás te hubieras imaginado que irías a pasar. (¿O tal vez sí...?)
Durante todo este tiempo, para muchas de las personas que me conocen, simplemente he desaparecido. Y de alguna manera sí que lo hice. Desaparecí, me perdí, para después volver a encontrarme. Aún estoy en ello.
(Foto tomada de La Terapia del Arte)
Desde octubre de 2015 hasta septiembre de 2016 estuve trabajando en una residencia de mayores, y no ha sido precisamente bailando, aunque también hubo momentos en los que pude bailar con alguno de "mis abuelos". Y esos..., esos fueron momentos que nunca olvidaré.
La experiencia vivida durante este tiempo me daría para escribir un libro entero, pero ahora quiero rescatar especialmente alguno de esos momentos vividos desde "el presente más absoluto":
Una vez al mes, la cafetería de la residencia se convertía en un escenario/pista de baile donde l@s mayores se reunían para celebrar los cumpleaños de tod@s aquellos que habían hecho años en ese mes. Para la ocasión siempre venía algún artista que con sus canciones y música amenizaba la fiesta. Durante los primeros meses trabajando en aquel lugar, no pude participar activamente en aquellas fiestas. Desde la recepción del centro observaba alucinada la magia que ocurría en aquel espacio en cuanto sonaban los primeros acordes de la música en vivo. Durante esa hora que duraba la fiesta, cambiaba no sólo la cara de much@s de l@s mayores, sino que incluso algunos de ell@s, que habitualmente estaban de mal humor y aparecían incapaces de interactuar con nadie, de repente se marcaban unos pasodobles impresionantes, mostrando una capacidad sublime para seguir el ritmo y dejándonos ver claramente por las expresiones de su cuerpo y su rostro el placer que les generaba estar bailando.
(Foto tomada de Mundo Asistencial)
Much@s de l@s residentes de aquel lugar se encontraban en fases más o menos avanzadas de la enfermedad de Alzheimer. Esa enfermedad en la que el pasado desaparece, casi totalmente. Enfermedad tremenda que pone a prueba a la persona que la padece, y sus familiares y/o cuidadores. Enfermedad que obliga a vivir en el presente más absoluto que jamás yo haya experimentado.
Como psicóloga del centro durante los últimos meses de estancia allí, tuve la ocasión de implicarme más en mi relación con "mis abuelos y abuelas". Me emociono al recordar lo vivido en aquel lugar, y en este momento decido quedarme con dos cosas principales: en primer lugar con el agradecimiento infinito que siento al haber compartido esa experiencia, y en segundo lugar con todo lo aprendido y experimentado que aún estoy tratando de digerir.
Hace ahora ya casi seis meses que aquella experiencia finalizó. Por lo menos por ahora. Desde entonces he vuelto a retomar las sesiones regulares de danza con mujeres, aunque ahora siento cómo ya no soy la misma.
"Danzando desde el presente más absoluto"
Danzando como si no hubiera un ayer, ni un mañana. Pisando tierra y entregándose al presente. La danza nos hace más inteligentes, dicen algunos. La danza como ocio, como medicina, como actividad física, ..., ¡¡qué más da!! ¡Bendita música! ¡bendita danza!
Danza Creativa Terapéutica y Alzheimer
Danza y envejecimiento activos. Compañía "Contemporáneos"